El obispo de Teruel y Albarracín y obispo electo de Málaga ha sido entrevistado en los micrófonos de COPE Teruel por Pablo Fernández.
Se ha cumplido un mes desde que se anunció oficialmente que don José Antonio fue nombrado nuevo obispo de Málaga. Desde entonces, han sido semanas intensas, marcadas por emociones encontradas, gestos de afecto y reflexiones profundas.
“Han sido semanas muy intensas”, afirma Monseñor Satué en COPE, quien reconoce que este tipo de anuncios despiertan en muchas personas una necesidad de expresar gratitud y cariño: “Muchas personas que habitualmente no se atreven a decir nada, aprovechan para agradecerte”. Sin embargo, también ha percibido sentimientos de tristeza y protesta por parte de aquellos que se sienten abandonados por su pronta marcha: “Entiendo perfectamente ese sentimiento… es totalmente legítimo y entendible, e incluso uno lo hace suyo”.
Monseñor Satué visitó brevemente Málaga durante un día y medio para reunirse con el obispo saliente, don Jesús Catalá, y algunas personas representativas de la diócesis. Su primera impresión es clara: se enfrenta a un desafío de gran magnitud. Procedente de diócesis más pequeñas y familiares como Huesca y Teruel, ahora deberá pastorear una comunidad mucho más extensa y diversa.
“Solo en Melilla hay casi la misma población que en Teruel o en Huesca”, señala, reconociendo que esto implica no solo un cambio numérico, sino también cultural. En ese sentido, contaba con humor en COPE cómo fue reconocido en la calle por una malagueña que, sin ningún tipo de vergüenza, llamó a sus amigas: “¡Chicas, venid, venid, que es el nuevo obispo!”. Este tipo de espontaneidad contrasta un poco con la clásica discreción aragonesa a la que está acostumbrado y da fe de la riqueza cultural de su nueva misión pastoral.
Además, Satué ha destacado la particularidad de la diócesis de Málaga, donde en algunas zonas costeras conviven más de 50 nacionalidades distintas, lo que supone un reto especial para el diálogo intercultural e interreligioso, especialmente en Melilla, donde el Islam tiene una fuerte presencia.
Pese a los desafíos, Monseñor Satué se muestra sereno y confiado: “Afronto este desafío con una mezcla de inconsciencia y de confianza en Dios, que nunca me ha fallado”. En este proceso de transición hasta su toma de posesión el próximo 13 de septiembre, está manteniendo una comunicación constante con su predecesor, quien le está facilitando una incorporación fluida.
Satué también reafirmaba su compromiso con el estilo sinodal que ha promovido en Teruel y Albarracín y que pretende continuar en Málaga: “Para comprender la realidad en la que vivimos y responder desde el Evangelio, todas las opiniones son importantes porque todas tienen una parte de verdad”.
Al dejar la diócesis de Teruel y Albarracín, reconoce que inevitablemente quedarán proyectos a medias: “Siempre se quedan cosas a medias, y si no fuera así, sería una mala señal”. Lejos de ver esto como una carencia, lo considera parte natural de la vida eclesial, donde las iniciativas nacen, crecen y se desarrollan muchas veces más allá del ministerio de una sola persona.
Satué ha insistido en que el dinamismo de la diócesis no depende exclusivamente del obispo: “Hay laicos, hombres y mujeres, religiosos, religiosas y sacerdotes que, más allá de que el obispo cambie, permanecen”. Asimismo, menciona el plan pastoral de la diócesis como una herramienta clave que ha sido fruto de un trabajo conjunto y que espera que siga siendo útil para el futuro obispo.
Monseñor José Antonio Satué se despide de Teruel con gratitud y esperanza. Se lleva el cariño de su gente, el aprendizaje pastoral de una diócesis viva y un compromiso firme de seguir sirviendo con humildad y confianza en su nueva misión en Málaga.
