Atento lector, vamos a intentar delimitar en estas líneas una frontera que no siempre está clara: la línea divisoria entre la orientación familiar y la mediación familiar.  Ambas disciplinas se aúnan – a modo de intersección –  en el privilegiado talante que ha de liderar las intervenciones: la esperanza en la resolución en positivo (¡).

 

Tanto la orientación como la mediación familiar superan el ámbito de actuación de la información, para entrar en el nivel de orientación y asesoramiento. El orientador familiar lleva a cabo una labor de ayuda en las crisis normativas de todo ciclo familiar: llegada de un nuevo hijo, rebeldías, adolescencias,  síndrome del nido vacío… facilitando el desarrollo de todos los miembros implicados, replanteando, reformulando y siempre impulsando a alzar la mirada. El esfuerzo en conseguir acuerdos en los conflictos, satisfaciendo en la medida de lo posible los intereses de ambas partes, sería misión más propia del mediador familiar. Ambas – y preciosas –  labores han de  contemplar aspectos como la gestión de sentimientos, la comunicación y el manejo de los conflictos… que habrán de ser trabajados y desbloqueados por ambas disciplinas, en la búsqueda de la tan ansiada serenidad personal y familiar.

Es bueno – y deseable – el imaginar la orientación familiar como un paso anterior a la mediación. Una orientación familiar que acompaña acoge, profundiza, consensúa objetivos y líneas de actuación; que  redefine, explica las normas de interacción y se encamina a las tareas a realizar, ya sean éstas conductuales, cognitivas, pedagógicas… – y también existenciales, querido lector, que el alma se aviene con nosotros – .

También es bueno comprobar cómo la orientación familiar se permite el lujo de soñar… ya que un cierto y esperanzador objetivo siempre será una posible reconciliación familiar, ya que algo más lejos estamos – todavía –  de contratos escritos o procesos legales de separación. Esta audaz labor de orientación quizás pueda – y quiera –  alargarse algo más en el tiempo… y explorar el pasado para intentar establecer conexiones con el presente y el futuro. No  hay prisa… “alma, calma”…

No es difícil por lo tanto entender la belleza de la generatividad implícita en la orientación familiar, en la que se tiende a la recuperación del entusiasmo, a la  mejora de las relaciones con uno mismo y los demás, a la capacidad para superar la frustración, y a mejorar el insight de los problemas personales, matrimoniales y familiares. Siempre en una actitud  facilitadora, no necesariamente directiva e incluso en algunas ocasiones necesariamente pasiva. Y con el telón de fondo del asombro de todos – absolutamente de todos – los que participamos…

Pero no importa tanto el modo de intervención y liderazgo, sino la propia esencia de esta labor:  espacio de revisión a disposición de las familias, donde se “airean” – en el más refrescante de los sentidos –  la calidad de la comunicación, el manejo de la inteligencia sintiente y de la inteligencia ejecutiva, las gratificaciones en la pareja, las distorsiones cognitivas, las pautas educativas y de crianza, los estilos de autoridad, la relación de apego y vínculos entre sus miembros, las normas de convivencia… en definitiva, las bases para una dinámica familiar sana y enriquecedora, encaminada a la plenitud. A la postre, un núcleo familiar destinado a ser aquello para lo que fue constituido: la felicidad. Y que apunta siempre al ideal que humaniza e integra, no lo olvidemos.

Los orientadores sabemos que toda crisis constituye un punto de inflexión del cual pende un importante resultado: quizás un “frío invierno” en las relaciones familiares, o por el contrario, el fortalecimiento de las mismas en un camino necesario de madurez y entrega. Nuestra experiencia afortunadamente nos permite expresarnos con contundencia en este último sentido: es posible, no sólo recuperar la ilusión de los inicios, sino asombrarnos ante el crecimiento exponencial y mejora del que sin duda estamos siendo espectadores cada día. ¡Afortunados los que podemos dedicarnos a esta labor de orientación familiar!