Mons. Jaime Uriel Sanabria, Obispo Vicario Apostólico de la diócesis de San Andrés y Providencia, en Colombia, ha dirigido este año los Ejercicios Espirituales a los sacerdotes diocesanos.

1.- Díganos, en esencia, cuál ha sido el mensaje esencial que ha querido dejarles a los sacerdotes.

He querido subrayar la dimensión bautismal de nuestra vida sacerdotal que se resume en que seamos servidores de las comunidades cristianas a las que somos enviados.  

Hemos recordado que hoy vivimos unas circunstancias culturales, sociales, políticas y religiosas muy concretas y que la responsabilidad del sacerdote es llevar la Palabra de Dios a estas situaciones concretas. Hoy se necesita el equilibrio de hacer pastoral en el tiempo presente sin tener nostalgia de un pasado que ya no es ni ilusiones de un futuro que todavía no existe.

Dios se encarnó en un tiempo concreto y lo nuestro es ahora retomar el estilo sacerdotal de Jesús y establecer unas relaciones humanas nuevas, según lo pide el tiempo actual, precisamente para mostrar al mundo la novedad permanente del mensaje del Evangelio.

En estos días hemos pensado que los sacerdotes somos pastores y que tenemos que aterrizar en “nuestro pastoreo” mostrando a un Dios cercano al mundo y a las personas.

2.- ¿Cuáles le parece que son actitudes pastorales básicas para el sacerdote de nuestro tiempo?

a.- La actitud fundamental es la conversión pastoral. El sacerdote tiene que estar en constante conversión pastoral. Esta conversión pastoral pide hoy una particular cercanía con el pueblo y con su comunidad: que sienta, viva y luche con el pueblo. 

b.- Esta cercanía tiene que ser, en este momento, misionera. Hoy se necesita un sacerdote que no se encierre, sino que salga para estar con la gente, aunque sea muy poca gente.  Diría que todos tienen que conocer el nombre del sacerdote y este debe conocer también a cada una de las personas. 

c.- Esta cercanía de pastoral misionera tiene que ser lo habitual, lo diario. Una pastoral de salida no puede realizarse “los sábados y domingos”, sino que tiene que hacerse todos los días y buscando el tiempo más oportuno para las personas a las que hay que atender pastoralmente. La misión está a nuestro lado y tenemos que declararnos misioneros a tiempo completo.

3.- Nueva Evangelización, por supuesto. ¿Qué se necesita para esta pastoral de nuestro tiempo?

a.- Es esencial  que una diócesis tenga un proyecto concreto de pastoral con unas líneas comunes. Esto ayuda a que todos vayamos por el mismo camino y en la misma dirección; esto es lo que favorece, en definitiva una sintonía pastoral en la diócesis. Hoy no podemos pensar en una pastoral en la que cada cual hace su proyecto sin conexión con la diócesis. 

b.- Este proyecto tiene que tener mucho respaldo del laicado. Por eso son necesarios hoy los quipos de pastoral. El laicado tiene su misión propia en la Iglesia, no una labor de suplencia, sino de protagonismo, en el sentido de que tiene que tener parte activa en la misión evangelizadora de la Iglesia. Y hemos de pensar en formar a los laicos con específicos procesos de formación.   

Por su propia índole secular y por vivir en primera persona las realidades temporales, los laicos tienen una sensibilidad y un conocimiento adecuado de muchas realidades humanas que les atañen directamente.

c.- Hay que atender pastoralmente a las nuevas generaciones y hacer procesos de formación con  niños y jóvenes esperando que de ahí saldrán nuevas vocaciones y todo lo demás que es necesario para seguir en la evangelización del mundo. 

d.- Es preciso, por supuesto, ir en la dirección de vivir la dimensión comunitaria de la fe. La fuerza de la comunidad transforma la sociedad y hay que ir pastoralmente a formar comunidades.